55.- LEOPOLDO PANERO, español 1909-1962


 

DECIR CON EL LENGUAJE...

En esta paz del corazón alada
descansa el horizonte de Castilla,
y el vuelo de la nube sin orilla
azula mansamente la llanada.

Solas quedan la luz y la mirada
desposando la mutua maravilla
de la tierra caliente y amarilla
y el verdor de la encina sosegada.

¡Decir con el lenguaje la ventura
de nuestra doble infancia, hermano mío,
y escuchar el silencio que te nombra!

La oración escuchar del agua pura,
el susurro fragante del estío
y el ala de los chopos en la sombra.

LEOPOLDO PANERO, español,(1909-1962)

EPITAFIO A DOLORES

Dolores, costurera de mi casa,
añosa de mi casa, veja amiga;
era tu corazón crujiente miga
de pan; eran tus ojos lenta brasa

del horno dulce donde Dios Amasa
en bondad nuestros huesos, donde abriga,
con su insomne calor, al que mendiga
la sed de la humildad y el agua escasa.

En noble lienzo blanco entretejiste
mi amor y tu costumbre, y ahora siento
la túnica inconsútil de tus manos.

Una mañana, en soledad, dormiste;
aún infantil de risa el pensamiento,
aún negros los cabellos entrecanos.


ESCRITO A CADA INSTANTE

Para inventar a Dios, nuestra palabra
busca, dentro del pecho,
su propia semejanza y no la encuentra,
como las olas de la mar tranquila,
una tras otra, iguales,
quieren la exactitud de lo infinito
medir, al par que cantan...
Y Su nombre sin letras,
escrito a cada instante por la espuma,
se borra a cada instante
mecido por la música del agua;
y un eco queda solo en las orillas.
¿Qué número infinito
nos cuenta el corazón?
Cada latido,
otra vez es más dulce, y otra y otra;
otra vez ciegamente desde dentro
va a pronunciar Su nombre.
Y otra vez se ensombrece el pensamiento,
y la voz no le encuentra.
Dentro del pecho está.
Tus hijos somos,
aunque jamás sepamos
decirte la palabra exacta y Tuya,
que repite en el alma el dulce y fijo
girar de las estrellas.

Ignorando mi vida,
golpeado por la luz de las estrellas,
como un ciego que extiende,
al caminar, las manos en la sombra,
todo yo, Cristo mío,
todo mi corazón, sin mengua, entero,
virginal y encendido, se reclina
en la futura vida, como el árbol
en la savia se apoya, que le nutre,
y le enflora y verdea.
Todo mi corazón, ascua de hombre,
inútil sin Tu amor, sin Ti vacío,
en la noche Te busca,
le siento que Te busca, como un ciego,
que extiende al caminar las manos llenas
de anchura y de alegría.


LEOPOLDO PANERO, español





Comentarios

  1. En la última imagen reproducida hay un +2 Si le das clic verás lo que el niño está mirando sorprendido y lo que el poeta dice que «golpeado por las luz de las estrellas, busca a Dios como un ciego que extiende al caminar las manos llenas de anchura y de alegría»

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