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43.- MARGARITO LEDESMA, jurista de Guanajuato (1887-1974)

 


Vivió en San Miguel de Allende toda su vida, fue notario público y diputado local y federal. Leobino Zavala Camarena adoptó el nombre de pluma "Margarito Ledesma". Es considerado un caso interesante en la lírica mexicana por su único libro, Poesías, editado en varias ocasiones y aumentado con nuevos poemas. Según Juan Domingo-Argüelles, Margarito Ledesma es una paradoja: quien podría haber sido considerado un “poeta popular” se convirtió en un "poeta de culto". A excepción de José Luis Martínez, José Emilio Pacheco y el propio Argüelles, la crítica literaria lo ha desdeñado. En sus poemas se concilian el humor, la comicidad y la caricatura con la mordaz crítica social, recursos que siguen vigentes a pesar de más de medio siglo de haber sido escritos. Sus temas son la política, la anécdota pueblerina, el capitalino y los personajes tipo de los que el "humorista involuntario" (como se hacía llamar también el autor) se burla. Algunos de sus poemas son considerados como una crónica social y política del México de su tiempo. Margarito Ledesma asegura que algunos poemas le fueron enviados para ser revisados, corregidos y publicarlos, como lo señala en sus prólogos, fundamentales para la comprensión de la obra de este poeta.

HORAS DE PASIÓN

Era una noche silenciosa y fría,
el trueno con su ruido ensordecía
y se oía por dondequiera
la música callejera
del fuerte aguacerazo que caía.

Se sentía un fuertísimo calor,

el calorón que anuncia las tormentas,

y descargas eléctricas violentas

caían alrededor.


Todo callaba, todo estaba quieto,

y solo por momentos

se veían los relámpagos violentos

de aquel aguacerazo tan escueto.


No había faroles en la población;
todo estaba apagado, todo en calma...
solo yo aquí, adentro del alma,
miraba una gran iluminación.

¡SI!.... La iluminación de la ventrura,
la iluminación de la dicha y el placer,
porque yo tanteaba que aquella mujer
tenia que amarme con locura.

Y con paso feliz y rebosante
me apersoné al instante
para arrimarme junto a su ventana,
y hablarle de este amor tan importante
que no piensa en el mañana.

Y le platiqué todos mis amores,
y le dije muy recio que la amaba,
mientras llovía y relampagueaba
y la tormenta hacia muchos horrores.

Y entre aquel aguacero tan espeso,
en medio de aquella noche tan oscura,
se oyó una demostración de ternura,
es decir, el tronido de un beso.

Y otra vez nuestros labios se juntaron
para darnos otro beso,
Yo le dí uno en el pescuezo,
y entonces........ ¡la llamaron!

En el inter, el trueno ensordecía
y se oía por dondequiera
la música callejera
del fuerte aguacerazo que caía.

COMO JULIETA Y ROMERO

El corazón humano de la gente
es cual vejiga que se llena.
Echándole más aire que el prudente,
se va infle y infle hasta que truena.

Y como el mío también es de cristiano,
se ve muy atariado y sumergido,
pues si siguen cargándole la mano,
en día menos pensado da el tronido.

Ya los ves, tus papás no se convencen
y no me dejan platicar contigo.
Está muy bien, yo no los contradigo;
pero siempre está bueno que se piensen.

Pues no pueden hallarse muchas veces
personas como yo, que sean honradas,
que sepan aguantar sus peladeces
y que no anden con chismes ni asonadas.

Yo procuro granjiarlos cuanto puedo
y les doy la banqueta y los saludo;
pero nomás se quedan como un mudo
y me echan unos ojos que dan miedo.

Y aunque vean que uno sufre y que se afana,
parece que les tiene sin cuidado.
Ya ves, ya remacharon la ventana
y al zaguán le metieron un candado.

Y de arrimarme a tu balcón no hay modos,
ni pisando quedito y sin botines,
pues sale tu mamá y avienta orines
y grita cosas para que oigan todos.

En verdad que yo ya me desespero,
y si siguen así estos asuntos,
no hay más remedio que enyerbarnos juntos,
como lo hizo Julieta con Romero.

Obra de consulta: Diccionario de escritores mexicanos. Siglo XX.

Comentarios

  1. Esta poeta decía de sí mismo que era un humorista involuntario. Desde su amado pueblo tenía como "asesor" al boticario que no le corrigió el Romeo y le dijo que lo correcto era Romero. Nos enseña mucho a burlarnos de las solemnidades y a tener amor por nuestros pueblos y sus dichos y tradicionesl

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  2. Margarito Ledesma es el humorista, en realidad voluntario , que a carcajadas nos enseña la humildad. Si aprendemos a reírnos de nuestras soberbias grandilocuentes caemos en la cuenta de que todos somos en realidad pueblerinos y que muchas veces nuestros asesores son como su compadre el boticario de Chamacuero que le corrigió su poema de que no era Romeo sino Romero el que se enyerbó con Julieta y como el propio Shakespeare intentó en la inmortal obra de los Amantes de Verona: que alguien llamara a sensatez a los jóvenes y los viejos cambiáramos para bien y abandonemos el sentimentalismo y los excesos de nuestras soberbias y venganzas. Eso hubiese evitado la trágica muerte de sus hijos. Al contrario de lo que muchos creen Romeo y Julieta no es una obra "romántica", sino un llamado a la que el amor y sensatez de los adultos guíen a los adolescentes a abandonar esta "sociedad líquida". Realmente el poeta sabía que el corazón es débil y que si se leva infla e infla más allá de lo prudente, revienta.

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  3. Buenos comentarios, Licenciado.
    La libertad de lo popular, la quisieran los doctos.
    Lo popular no ha de ser silenciado,
    aunque la rima no les rime a los otros.
    Importa que se entienda alucinado,
    el poema que ríe entre nosotros,
    porque el humor satisfecho y agraciado,
    sana amarguras, distensiona al potro.

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